Toda la materia en la naturaleza puede ser dividida según su nivel de complejidad: inanimado, vegetal, animal y humano. A pesar de la gran diferencia entre los niveles, todos tienen una propiedad en común. Se trata del principio de colaboración de diferentes partes para el beneficio del sistema completo.A nivel inanimado, el mineral más común en la corteza terrestre es el cuarzo. La estructura básica de este mineral es el tetraedro formado por un ión de silicio rodeado de cuatro iones de oxígeno. Sin embargo, sólo cuando los tetraedros comparten los iones de oxígeno, se forma un mineral estable. Asimismo, en minerales más complejos diferentes estructuras básicas colaboran entre sí y comparten diferentes iones para mantener la estabilidad de la estructura mineral.
A nivel vegetal, las raíces de las plantas absorben agua y elementos minerales del suelo y los desplazan a las partes aéreas. Las hojas, a su vez, producen azúcares mediante el proceso de fotosíntesis y los desplazan a todas partes en la planta, incluyendo las raíces. En especies caducifolias, los elementos minerales se desplazan desde las hojas hacia otras partes de la planta, antes de la senescencia. Así, los diferentes órganos de la planta colaboran entre sí.
A nivel animal y humano, se observa el mismo principio de colaboración, pero en un mayor nivel de complejidad. Existen, por ejemplo, diferentes tipos de sistemas en el cuerpo animal y humano: respiratorio, reproductivo, nervioso, digestivo, etc., cada sistema está constituido por diferentes órganos que, a su vez, están compuestos por un conjunto de células. Sólo cuando todos los sistemas, los órganos y las células se coordinan y se organizan con una meta en común, el organismo existe en equilibrio.
A nivel animal, existen varios ejemplos de colaboración de diferentes individuos dentro de una colonia, bandada o manada, con el propósito de lograr la sobrevivencia de la especie. Esta colaboración es muy incuestionable desde los organismos relativamente simples, como las abejas y hormigas, hasta los organismos más complejos, como las aves y los mamíferos.
Es evidente que la colaboración de diferentes partes para el beneficio del sistema completo es un principio universal de la naturaleza. Sin embargo, ¿los seres humanos cumplen este principio? Sin duda alguna, el humano es la única especie egoísta y el único que se opone a la armonía de la naturaleza que es altruista. Constantemente, el hombre pone un “yo” en el centro del mundo, en vez de un “nosotros”.
No es sorprendente, por lo tanto, que la humanidad actualmente esté recibiendo los golpes de la naturaleza y esté experimentando crisis en todos los niveles: ecológico, económico, social y ahora también sanitario. Para solucionar estos problemas globales, tenemos que construir nuestra sociedad de acuerdo al principio universal de la naturaleza que es altruismo. Para lograr el beneficio de toda la humanidad, los seres humanos deben aprender a colaborar.
Fuente: Todos Juntos
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